1.1. Cambios sociales y nuevas necesidades
educativas
La actual
Revolución Tecnológica provoca cambios
de tal magnitud en todas las esferas de nuestra vida
(familia, trabajo, ocio....), que simbólicamente
resulta acertada su coincidencia con el cambio de milenio;
con la representación del fin de una época
y el comienzo de otra. Cambios que se caracterizan por
las fuertes contradicciones y paradojas, entre:
1) La dificultad para comprender
lo que sucede frente a la gran cantidad de información
disponible.
2) La ausencia de certezas absolutas
frente al resurgimiento de formas de intolerancia
que se creía superadas.
3) La necesidad de relacionarnos
en un contexto cada vez más heterogéneo
frente a la presión homogeneizadora y la incertidumbre
sobre nuestra propia identidad.
4) La eliminación de las
barreras espaciales en la comunicación frente
a un riesgo cada vez más grave de aislamiento
y exclusión social.
5) Un superior rechazo a la violencia
con mejores herramientas para combatirla frente a
un riesgo de violencia más grave.
Revolución Tecnológica
y nuevos riesgos
Estos cambios
modifican las condiciones en las que se produce el desarrollo
de los niños y los jóvenes, incrementando
el riesgo de violencia y, por tanto, la necesidad de
trabajar activamente en su prevención. Para lo
cual es preciso llevar a cabo importantes innovaciones
educativas.
Conviene
recordar que el concepto de infancia, como una etapa
cualitativamente distinta de la edad adulta, surge en
relación a los cambios originados por la Revolución
Industrial. A partir de los cuales se reconoce su peculiaridad
y su necesidad de protección, separando a los
niños del mundo de los adultos y de su violencia,
a través de las barreras que supone la familia
nuclear y la escuela. Los cambios actuales, originados
por la Revolución Tecnológica, reducen
la eficacia de dichas barreras, exponiendo a los niños
con demasiada frecuencia a todo tipo de violencia, y
siendo a veces, incluso, utilizados en su representación.
Esta nueva situación cambia la vida de los niños
de múltiples y complejas formas, modificando
la representación que los adultos tienen de la
infancia, e incrementando la vulnerabilidad de los niños
a todo tipo de violencia, hasta el punto de temer por
lo que se ha denominado como desaparición de
la infancia. En algunos de los casos de violencia protagonizados
en los últimos años por niños y
adolescentes, ampliamente divulgados por los medios
de comunicación, se refleja que reproducen guiones
imposibles de inventar en dichas edades, que disponen
de una información para ejercer la violencia
a la que hasta ahora no tenían acceso. Una de
las tareas educativas para este siglo que empieza es
inventar nuevas barreras que protejan a los niños
y a los adolescentes de este nuevo riesgo de exposición
a la violencia o de ser utilizados en ella.
Para comprender
cómo afectan los actuales cambios sociales a
los adolescentes conviene recordar que su tarea básica
es construir una identidad diferenciada, elaborar su
propio proyecto vital, averiguando qué quieren
hacer con su vida. Tarea que origina un alto nivel de
incertidumbre que, sumado al que implican los actuales
cambios sociales, puede resultar para algunos jóvenes
muy difícil de soportar; especialmente cuando
no han desarrollado tolerancia a la ambigüedad,
cuando no han aprendido a vivir el conflicto, la duda,
como un elemento necesario para crecer, cuando se les
ha educado como si existieran certezas, verdades, absolutas.
En relación
a lo anteriormente expuesto cabe explicar el incremento
de la tendencia a construir una identidad violenta e
intolerante observado en algunos jóvenes en los
últimos años. En este sentido, los estudios
realizados sobre la violencia racista y xenófoba
producida en la década de los 90 en Europa reflejan
que los agresores han sido con frecuencia adolescentes
varones de edades comprendidas entre los 15 y los 20
años, que han abandonado la escuela o que tienen
importantes dificultades en dicho contexto. El análisis
de los casos denunciados en Alemania, uno de los países
que sufre este problema con mayor frecuencia, refleja
que en el Este, donde los cambios sociales han sido
mayores, se producen el triple de crímenes racistas
que en el Oeste.
La personalidad
de dichos jóvenes coincide en muchos casos con
la descrita en el estudio realizado después de
la II Guerra Mundial por Adorno y colaboradores (1950),
en la que encontraron una estructura general de personalidad,
la personalidad autoritaria, que subyace a las formas
más extremas de intolerancia; y que se caracteriza
por la tendencia a percibir la realidad de forma rígida
(en términos de blanco-negro) y estereotipada,
reduciendo las diferencias sociales a diferencias biológicas
y rechazando todo lo que se percibe débil o diferente.
Estructura que lleva: 1) a definir la propia identidad
de forma etnocéntrica, basada en una absoluta
diferenciación entre el propio grupo y los otros
grupos, contra los cuales se construye la identificación;
2) a conceptualizar el conflicto entre ambos como permanente
e irresoluble, como si solo hubiera dos alternativas:
dominio y sumisión; 3) a considerar que lo justo
es que el propio grupo domine a los otros y que la violencia
es una forma legítima para conseguirlo; 4) puesto
que se considera parte de la maldad inherente a la naturaleza
humana, por lo que siempre habrá guerras; y se
niega radicalmente el valor de la utopía. A dicha
personalidad subyace una profunda inseguridad personal,
la incapacidad para soportar la ambigüedad (ante
la que se reacciona con categorías extremadamente
simples), una educación muy rígida y/o
imprevisible y el sentimiento de haber sido injustamente
tratado desde la infancia. En los apartados 3.5 (prevenir
el racismo desarrollando la tolerancia), 4.3 (ayudando
a afrontar el estrés), y 6.4. (la
construcción de la propia identidad) pueden
encontrarse pautas y actividades para prevenir estos
problemas.
Valores democráticos y currículum
oculto
Uno de los
principales obstáculos que debe superar la educación
para adaptarse a la situación actual es lo que
Jackson (1968) denominó currículum oculto.
En función del cual se transmiten las expectativas
asociadas al papel de alumno (sumisión, obediencia...)
que entran en contradicción con los objetivos
del currículum explícito (autonomía,
capacidad crítica), expectativas que con frecuencia
resultan imposibles de entender para determinados alumnos,
a los que con frecuencia se denomina como conflictivos.
En el apartado 1.9 (el punto de vista
de profesores/as y alumnos/as) pueden encontrarse
algunas entrevistas realizadas a adolescentes de dichas
características.
Las observaciones
llevadas a cabo por Jackson sobre La vida en las aulas
(1968) le llevaron a destacar tres aspectos básicos
del currículum oculto existente en la escuela
tradicional que conducen al aprendizaje de la sumisión
y la heteronomía:
1) La monotonía de
la vida escolar. Los niños deben aprender
a esperar, a tener paciencia, a permanecer inmóviles,
durante largos periodos de tiempo, ignorando a sus
compañeros. ("Sólo en la escuela
pasan diariamente tantas horas 30 0 35 personas tan
juntas sin poder la mayor parte del tiempo comunicarse
entre sí").
2) La naturaleza de la evaluación
educativa: su carácter no explícito,
sus contradicciones y la imposibilidad de que el alumno
pueda discutirla. Los alumnos deben aprender cómo
funciona este complejo mecanismo para garantizarse
el máximo de recompensas y el mínimo
de castigos, aprender a acomodarse a las expectativas
de los demás y conseguir la aprobación
simultánea de dos audiencias, el profesor y
los compañeros, que con frecuencia entran en
conflicto.
3) La fuerte jerarquización
de la vida escolar y la concentración del control
en el profesor. Los alumnos deben acostumbrarse
a la diferencia de poder, sustituyendo los propios
planes e iniciativas por los que el profesor impone.
Como el
propio Jackson destacó (1968), el carácter
oculto de este currículum dificulta considerablemente
su aprendizaje, especialmente en el caso de determinados
alumnos, procedentes de entornos culturales alejados
de la cultura escolar; convirtiéndose así
en una de las principales fuentes de discriminación
de la escuela tradicional.
Los trabajos
posteriores realizados sobre este tema en distintos
entornos confirman su vigencia, puesto que las normas
asociadas al papel de alumno suelen transmitirse de
forma poco explícita, entran con frecuencia en
conflicto con los valores del currículum formal
y resultan más difíciles de comprender
para determinados alumnos.
Para superar
las dificultades asociadas al currículum oculto,
conviene explicitar claramente todos los aspectos del
currículum escolar, para favorecer así
su comprensión por todos los alumnos, y poder
detectar y modificar cualquier característica
que vaya en contra de los objetivos educativos que explícitamente
se pretenden conseguir. Conviene tener en cuenta, además,
que el fuerte incremento de los problemas de indisciplina
descrito en los últimos años, sobre todo
por los profesores de secundaria y en las aulas muy
heterogéneas, que describen como falta de motivación
del alumnado, indisciplina e incluso de violencia, refleja
lo difícil que es adaptar la escuela a la situación
actual y que los mecanismos tradicionales de control,
como el currículum oculto, no son eficaces ya
como mecanismos de control de la conducta, probablemente
porque su contradicción con una sociedad democrática,
sea hoy, en la sociedad de la información, más
evidente e insostenible que nunca. Para responder con
eficacia a esta nueva situación conviene recordar
que dicho currículum entra gravemente en contradicción
con los objetivos educativos democráticos, y
que la superación de los problemas de indisciplina
exige avanzar en la democracia escolar y en la adaptación
de los procesos de enseñanza-aprendizaje a la
diversidad de los alumnos.
Innovaciones educativas para adaptar
la educación a las exigencias de la sociedad
actual
Para superar
los problemas mencionados con anterioridad es preciso
llevar a cabo cambios cualitativos muy importantes en
los papeles de profesor, alumno y compañero,
así como en la forma en que se construyen las
normas y los conocimientos desde la escuela; incluyendo
las siguientes acciones:
1) Adaptar el estilo de enseñanza-aprendizaje
y el modelo de la interacción educativa a la
diversidad de los alumnos, superando los obstáculos
que de lo contrario conducen a la discriminación
y al comportamiento disruptivo, y garantizando que
todos logren un nivel suficiente de éxito y
protagonismo a través de conductas y proyectos
académicos constructivos.
2) Enseñar de forma clara
y explícita cómo se construye tanto
el conocimiento como las normas y expectativas que
estructuran la cultura escolar , superando así
los problemas del denominado currículum oculto
y estimulando la participación de los alumnos
en su construcción. De esta forma se mejora
dicho currículum, se adapta a la diversidad
y se favorece su comprensión por todos los
alumnos.
3) Ayudar a superar la tendencia
a buscar certezas absolutas, superación necesaria
para la tolerancia, que exige aprender a relativizar
el significado que damos a la realidad, comprendiendo
que es una construcción nuestra, no la propia
realidad, y en la que influye de forma muy importante
la perspectiva desde la que la realizamos (intereses,
situación histórica, grupo de pertenencia...).
Para
avanzar en la dirección anteriormente expuesta
es preciso que el profesor ceda a los alumnos parte
del control que habitualmente ejerce sobre la actividad
académica; situación que se favorece a
través del aprendizaje cooperativo en equipos
heterogéneos; procedimiento que se describe en
el resto de los apartados de este primer bloque.
|