1.3. Por qué es eficaz el aprendizaje
cooperativo
Las investigaciones
llevadas a cabo en los últimos años sobre
este tema, incluidas las realizadas en nuestro entorno,
permiten identificar al aprendizaje cooperativo en equipos
heterogéneos como un procedimiento clave para
adaptar la educación a los actuales cambios sociales,
mejorando con ello la convivencia escolar y la prevención
de la violencia. Y ello por las siguientes razones:
La adaptación a la diversidad
Las numerosas
investigaciones realizadas durante las dos últimas
décadas sobre el aprendizaje cooperativo han
permitido demostrar su eficacia para mejorar: el rendimiento,
la motivación por el aprendizaje, el sentido
de responsabilidad, la tolerancia y, especialmente,
para desarrollar la capacidad de cooperación
y mejorar las relaciones entre los alumnos en contextos
heterogéneos. En función de lo cual, en
los años 90 el aprendizaje cooperativo es reconocido
como una de las principales innovaciones tanto para
favorecer el logro de importantes objetivos educativos
como para dar una adecuada respuesta a las exigencias
que se plantean en contextos heterogéneos, para
los que suele ser considerado como insustituible.
Interdependencia positiva, motivación
y aprendizaje
La estructura
competitiva existente en la mayor parte de las aulas
tradicionales se caracteriza por una interdependencia
negativa entre el éxito de los compañeros
y el éxito propio, en función de la cual
el esfuerzo por aprender suele ser desalentado entre
los alumnos, contribuyendo a crear, incluso, normas
de relación entre iguales que van en contra de
dicho esfuerzo y a conceptualizarlo de manera negativa.
El aprendizaje cooperativo, por el contrario, permite
crear una situación en la que la única
forma de alcanzar las metas personales es a través
de las metas del equipo; lo cual hace que el aprendizaje
y el esfuerzo que exige sean mucho más valorados
entre los compañeros, aumentando la motivación
general así como el refuerzo y la ayuda que se
proporcionan mutuamente en este sentido. Desde esta
perspectiva motivacional, se ha observado que el aprendizaje
cooperativo logra mejorar el rendimiento cuando la evaluación
cumple dos condiciones: se recompensa el trabajo grupal,
y la evaluación procede de la suma del rendimiento
individual de todos los miembros del grupo.
Condiciones del contacto intergrupal,
integración y tolerancia
De acuerdo
a la teoría del contacto propuesta por Allport
(1954), para favorecer la superación de la intolerancia
que a veces se observa en aulas multiculturales es necesario
promover actividades que difícilmente se dan
de forma espontánea, en las que: se produzca
contacto intergrupal con la suficiente duración
en intensidad como para establecer relaciones estrechas,
se proporcionen experiencias en las que los miembros
de los distintos grupos tengan un estatus similar y
cooperen en la consecución de objetivos compartidos.
Las investigaciones realizadas en nuestro entorno sobre
el aprendizaje cooperativo en equipos heterogéneos
apoyan dicha teoría, así como la eficacia
de la cooperación para favorecer la tolerancia
y la integración de todos los alumnos (Díaz-Aguado,
2002,b): en contextos interétnicos (Díaz-Aguado,
1992); con alumnos de necesidades especiales (Díaz-Aguado,
1994); y con adolescentes que inicialmente tenían
problemas de exclusión social (Díaz-Aguado,
1996, 1998).
Cooperación y construcción de la solidaridad
Al incorporar
como actividad normal del aula el aprendizaje cooperativo
entre compañeros, se legitiman las conductas
de pedir y proporcionar ayuda, mejorando con ello tanto
el repertorio social de los alumnos (con dos nuevas
habilidades de gran relevancia ) como sus oportunidades
de aprendizaje. Es evidente la decisiva importancia
que dichas oportunidades tienen para los alumnos con
más dificultades a través de métodos
tradicionales, como por ejemplo aquellos cuya lengua
materna no coincide con la lengua en la que se produce
el aprendizaje. Importancia similar a la que tiene para
sus compañeros poder ayudar. En contextos muy
diversos se ha comprobado que la conducta de ayuda tiene
consecuencias psicológicas muy positivas para
la persona que la emite. Los niños suelen ser
con frecuencia receptores de la ayuda de los adultos.
Muy pocas veces tienen la oportunidad de comprobar su
propia eficacia ayudando a otra persona, y de mejorar
con ello su propia autoestima y sentido de autoeficacia.
Se ha comprobado, además, que cuando los niños
o adolescentes tratan de mejorar la conducta de un compañero,
cambian su propia conducta en la misma dirección
del cambio que intentan lograr en el compañero.
Distribuir las oportunidades de
obtener éxito y reconocimiento
Una importante
ventaja del aprendizaje cooperativo, en determinadas
condiciones, es que permite modificar la estructura
de la evaluación e igualar al máximo las
oportunidades de obtener éxito y reconocimiento
para todos los alumnos. Los estudios realizados sobre
la comparación social reflejan que la mayoría
de los alumnos están continuamente comparando
su rendimiento con el de sus compañeros; y que
los más visibles, y por tanto más elegidos
para este proceso, son los que protagonizan el mayor
número de éxitos e interacciones académicas.
Al compararse con ellos, algunos alumnos obtienen sistemáticamente
un resultado negativo; cuando esto se repite con frecuencia
reduce su motivación por las materias escolares
a niveles que hacen imposible movilizar la energía
necesaria para aprender. A través de diversos
procedimientos de aprendizaje cooperativo, (como los
que se describen en el apartado 1.5)
pueden evitarse dichos riesgos, enseñando a los
alumnos a compararse consigo mismos así como
a elegir a compañeros de rendimiento similar,
con los que pueden obtener cualquier resultado. Los
procedimientos de evaluación anteriormente mencionados
permiten proporcionar las experiencias de igualdad de
estatus necesarias para favorecer la tolerancia en contextos
heterogéneos; y contribuyen a desarrollar las
amistades interétnicas, debido, en buena parte,
a la atracción que se produce hacia las personas
con las que se comparten y alcanzan metas fuertemente
deseadas.
Realización compartida de
actividades completas y activación de la zona
de construcción del conocimiento
De acuerdo
con los principios de la psicología de la actividad
inspirada en Vygotsky, uno de los principales requisitos
del diseño educativo es crear sistemas de interacción
social que proporcionen zonas de desarrollo próximo,
teniendo en cuenta para ello como condiciones necesarias:
1) que la persona que enseña (el experto) tenga
la capacidad de resolver independientemente el problema
; 2) y que se establezca una tarea compartida, que favorezca
la participación del que aprende (del novato).
El aprendizaje cooperativo en equipos heterogéneos
puede proporcionar así una excelente oportunidad
para activar la zona de construcción del conocimiento.
A diferencia
de la mayoría de los modelos de enseñanza
aprendizaje (que suelen dividir las tareas en sus componentes,
estableciendo una jerarquía de los más
sencillos a los más complejos , y que se aprenden
sin hacer referencia a las fases posteriores ni comprender,
por tanto, su sentido y objetivos) a partir de la psicología
de la actividad se propone una estrategia basada en
la realización compartida, entre expertos y novatos,
de tareas completas que puede ser aplicada con gran
eficacia dentro del aprendizaje cooperativo.
Para comprender
la relevancia que tienen las tareas completas, conviene
tener en cuenta que el novato no sólo carece
de las destrezas para realizar la tarea de forma independiente,
sino que además no suele comprender el objetivo.
Con el fin de que se produzca el progreso, el experto
debe lograr que la tarea aparezca en la interacción
que establece con el novato; de forma que éste
vaya interiorizando simultáneamente tanto el
objetivo como el procedimiento para alcanzarlo. De forma
similar a los procesos de andamiaje observados en la
interacción entre adultos y niños en contextos
familiares, al principio suele ser necesario que el
experto realice la mayor parte de la tarea y que el
novato se limite a un papel menor; pero gradualmente
la situación va cambiando, se va retirando el
andamiaje, hasta que el novato desempeña la tarea
de forma independiente. Se trata de un proceso marcadamente
interactivo, a través el cual el que aprende
va apropiándose del objetivo y del procedimiento
de la tarea ; y para ello el que enseña debe
ir apropiándose de las respuestas del novato,
dotándolas de significado al integrarlas en su
propia comprensión de la tarea. En los apartados
3.3, 3.5
y 3.6, se incluyen diversos ejemplos
de este tipo de tareas completas, incluidas en el currículum
de la no violencia, en las que al dar a los alumnos
el papel de expertos en derechos humanos, tolerancia
o igualdad, se favorece que adquieran tanto las habilidades
y conceptos específicos que requieren como que
descubran y se identifiquen con sus objetivos.
Las investigaciones
realizadas en contextos escolares desde esta perspectiva
postulan que la enseñanza a través de
tareas completas permite superar algunas de las dificultades
que los enfoques tradicionales tienen al ser aplicados
con los alumnos de comportamiento disruptivo. Puesto
que con dichos enfoques, la comprensión de la
tarea propuesta por el profesor difiere considerablemente
de cómo la entienden algunos de sus alumnos y
aquél tiende a percibirlos de forma sesgada en
función de su facilidad o dificultad para compartir
con él el significado de las tareas planteadas.
A través de la realización compartida
de tareas completas pueden superarse dichas dificultades,
al favorecer una apropiación recíproca
del significado que ambos (experto y novato) dan a la
tarea.
Cambios en el papel del profesor.
La enseñanza cooperativa
El aprendizaje
cooperativo supone un cambio importante en el papel
del profesor y en la interacción que establece
con los alumnos. El control de las actividades deja
de estar centrado en él y pasa a ser compartido
por toda la clase. Este cambio hace que el profesor
pueda y deba realizar actividades nuevas, además
de las que habitualmente lleva a cabo en otras formas
de aprendizaje (explicar, preguntar y evaluar), que
contribuyen a mejorar la calidad educativa, como por
ejemplo: 1) enseñar a cooperar de forma positiva
; 2) observar lo que sucede en cada grupo y con cada
alumno; 3) prestar atención a cada equipo para
resolver los problemas que puedan surgir ; 4) y proporcionar
reconocimiento y oportunidad de comprobar su propio
progreso a todos los alumnos. Los resultados obtenidos,
en este sentido, sugieren que la realización
de dichas actividades (dentro del aprendizaje cooperativo)
hace que mejore también la interacción
que el profesor establece con sus alumnos cuando aplica
otros procedimientos no cooperativos. Además,
el aprendizaje cooperativo permite y exige una mayor
colaboración entre profesores de la que habitualmente
se produce con otros métodos, y cuando varios
profesores cooperan en su aplicación mejora su
eficacia y viven la experiencia de forma mucho más
satisfactoria que cuando lo aplican individualmente.
El aprendizaje cooperativo complementa las otras formas
de aprendizaje no las sustituye
Para comprender
por qué es eficaz el aprendizaje cooperativo
conviene tener en cuenta que su incorporación
óptima no sustituye a los otros procedimientos
(explicaciones del profesor, trabajo individual....),
sino que los complementa y enriquece. |