4.3. AYUDANDO A AFRONTAR EL ESTRÉS
Para enseñar
a resolver conflictos y mejorar la convivencia escolar
es preciso tener en cuenta que ésta se deteriora
considerablemente cuando el nivel de estrés que
viven las personas que en dicho contexto se encuentran
(provocado por las dificultades, la falta de un proyecto
constructivo, el aislamiento, la frustración,
la incertidumbre...) supera la capacidad de los individuos
o de los grupos para afrontarlo. De lo cual se deducen
dos importantes líneas de actuación para
prevenir la violencia:
1) Desde
el punto de vista global, mejorar las condiciones
de vida en las que se encuentran todas las personas
que forman la comunidad escolar.
2) Desde
el punto de vista individual, favorecer el desarrollo
de habilidades de afrontamiento del estrés
que permitan a cada individuo afrontar las tensiones
y dificultades sin aumentarlas al recurrir a la violencia.
En el trabajo
clínico con adultos se han observado diversas
dificultades para afrontar el estrés y resolver
los conflictos sociales de forma constructiva, que suelen
estar estrechamente relacionadas con determinadas distorsiones
de la comprensión socio-emocional (McKay, Davis
y Fanning, 1981), que también hemos detectado
en nuestras investigaciones con adolescentes (Díaz-Aguado,
Dir., 1996, 2002) y que se producen, generalmente, al
"centrar" la atención en un aspecto
parcial de la realidad excluyendo otros aspectos o pensamientos
alternativos. Conviene recordar, en este sentido, la
relevancia que el concepto de centración tiene
en el pensamiento preoperatorio descrito por Piaget.
Estos sesgos
cognitivos o pensamientos distorsionados suelen caracterizarse
por:
1) Confundirse
con la realidad, como si fueran impresiones directas
de los sentidos en lugar de construcciones cognitivas.
2) Originar
rígidos estereotipos y prejuicios que se aplican
a los demás y a uno mismo.
3) Resultar
muy difíciles de controlar, debido a que una
vez activados desencadenan de forma automática
una serie de pensamientos asociados de la misma naturaleza.
4) Ser
aprendidas. Y, por lo tanto, susceptibles de modificación
a partir de procesos de enseñanza-aprendizaje.
5) Aunque
suelen ser de naturaleza individual (y requerir por
tanto intervención individualizada), a veces
son compartidos por determinados grupos; como se refleja
en las distorsiones cognitivas que manifiestan la
mayoría de los grupos que definen su identidad
de forma violenta.
Se resumen
a continuación las distorsiones más frecuentes
que se producen en los adolescentes en relación
a la violencia, así como los procesos cognitivos
que es preciso estimular para superar dichos sesgos:
1) La visión
de túnel, o tendencia a ver o recordar solamente
un aspecto de la realidad, excluyendo el resto; centrándose
en un detalle de la situación, que se exagera
o distorsiona al no captar simultáneamente los
otros aspectos que lo compensan o matizan. Sesgo perceptivo
que se supera estimulando la descentración, dirigiendo
la atención a los aspectos de la realidad que
pasan desapercibidos; para llegar a entender, por ejemplo,
el contexto en el que aparece el problema u otras explicaciones
alternativas sobre la causa que lo origina.
2) Absolutismo
y pensamiento dicotómico, tendencia a percibir
la realidad en terminos dicotómicos ("blanco
o negro") pasando de un extremo al otro sin considerar
posiciones intermedias. En relación a la cual
cabe considerar también la tendencia a sacar
conclusiones excesivamente generales (sobregeneralización),
que se detecta por la utilización errónea
de términos absolutos (todos, nadie, siempre,
nunca). Para ayudar a superarlo conviene sensibilizar
sobre la relatividad de los acontecimientos, enseñando
a limitar su generalización, sustituyendo los
términos absolutos por términos relativos
o parciales (algunos, a veces...).
3) Fatalismo,
percepción de falta total de control sobre
los acontecimientos que se viven. Es el sesgo que subyace
a la indefensión. Y genera una fuerte tendencia
a la pasividad , el desanimo y el pesimismo, limitaciones
que pueden ser consideradas como la antítesis
del optimismo aprendido destacado actualmente como una
de las principales características de la inteligencia
emocional. La superación de esta tendencia requiere
ayudar a conceptualizar las dificultades como problemas
resolubles, analizando qué variables pueden controlarse
para avanzar en su solución y entrenando en pautas
de auto-refuerzo que inmunicen contra la indefensión.
4) La
confusión de los pensamientos y de las emociones
con la realidad, o creencia a creer que lo que pensamos
acerca de la realidad es la propia realidad y lo que
sentimos como verdadero necesariamente lo es. Para superar
esta confusión conviene proporcionar experiencias
que permitan descubrir que el significado que damos
a la realidad es algo que nosotros construimos activamente.
5) Interpretación
exagerada de la conducta de los demás como intencionada
y negativamente dirigida hacia uno mismo. El egocentrismo
del adolescente contribuye a este sesgo cognitivo. Y
la experiencia de situaciones de violencia contribuye,
a su vez, a interpretar la conducta de los otros de
la peor forma posible. Para superarlo conviene activar
explicaciones alternativas (accidentes, coincidencias
e intenciones positivas).
Para superar
los problemas anteriormente mencionados, que surgen
en situaciones estresantes que nos desbordan, pueden
seguirse los siguientes pasos:
1º)
Tratar de reconstruir por escrito, frase a frase, cómo
es el diálogo interno que se produce antes y
después de la situación estresante.
2º)
Identificar los distintos tipos de distorsiones que
se producen en el diálogo interno que provoca
el estrés y en el que la sigue : visión
de túnel, absolutismo, fatalismo, confusión
de las emociones con la realidad.
3º)
Corregir los pensamientos distorsionados por otros que
superen dichas distorsiones.
Enseñar a detectar pensamientos
distorsionados a través de la literatura
Como se
menciona en el apartado 4.6 (representación
de papeles), la literatura proporciona a veces materiales
de gran calidad para estimular el proceso de adopción
de perspectivas y enseñar a detectar los sesgos
y distorsiones que conducen a la violencia. Como ejemplo
de dicha utilización cabe considerar las actividades
diseñadas en programas anteriores (Díaz-Aguado,
1996, 2002), a partir de un breve relato de Juan Madrid,
titulado "La Mirada", seleccionado para estos
programas por el profesor de Literatura Salvador Álvaro.
Las actividades que se resumen a continuación
fueron también diseñadas por él.
En esta historia, un hombre que ha vivido la guerra,
aislado y lleno de rencor hacia su mujer y sus hijos,
que ya no viven con él, mata a dos niños
de 12 años que entran en su tienda con una pistola
de plástico. Se incluye a continuación
un extracto de dicho relato y de las actividades destinadas
a estimular la adopción de perspectivas y la
comprensión de los sesgos que conducen a la violencia
a partir de él:
"Mire
usted, yo no soy mala persona. Yo me dedico a mis
cosas, la tienda, y ya ve usted, no es muy grande,
y mis hijos, que antes estaban aquí conmigo,
pero la juventud, ya lo sabe usted. La juventud
tira para otras cosas, pasan de la tienda, como
ellos dicen. ¿Usted tiene hijos? Dios se
los conserve. Mientras sea pequeño no le
dará más que alegrías, pero
en cuanto se hacen mayores la cosa cambia, se lo
digo porque lo sé. Sí señor,
mi Arturo, con veinte años, aún no
ha hecho nada. (....) Pero para qué cansarle.
(...) No, no señor, no voy a cerrar la tienda.
¿Para qué? No es que no pueda, es
que no quiero. Aquí no ha pasado nada.
(...) Yo no soy violento. Yo soy normal, ya se lo
he dicho. (...) Y si no puedo defenderme pues usted
me dirá.,
(...) Sí señor, se lo cuento, los
maté porque les miré a los ojos. Esa
cara descarada, chulesca, del que no trabaja, el
pelo largo y sucio...y la chica, para que hablar
de la chica....una cualquiera. Se cruzó de
brazos y me llamó viejo de mierda. Eso es
apunte (...).
No, no me estoy haciendo un lío, lo que pasa
es que no hablo mucho con la gente y menos con la
policía...disculpe, le cuento señor.
Entraron como a las nueve y media. Yo nada más
verlos sospeché. (...) El chico fue el que
sacó la pistola y me la puso en la garganta.
Me quedé sin habla. Yo creo que estaba más
nervioso que yo, temblaba y sudaba.
"El dinero, venga, el dinero", me dijo.
(...) Pero fue al mirarle a los ojos. Yo he estado
en la guerra ¿sabe? Sé los ojos que
tienen los que te quieren matar y ese chico me quería
matar. Yo tengo licencia de armas, sí señor,
aquí la tiene y aquí está el
Magnun 357. ¿Qué? Pues nada, que me
gusta ¿a usted no? Es un arma preciosa, segura,
ella me ha salvado la vida. Con licencia yo puedo
tener lo que quiera. No se enfade conmigo.
(...) ¿Cómo? No señor, no me
di cuenta que la pistola era de juguete. ¿Cómo
habría de saberlo? Lo único que supe
es que iba a matarme y entonces abrí el cajón...Mire
de esta forma...y el revolver lo tenía ahí,
tapado bajo los papeles. Le seguí mirando
a los ojos y saqué el revolver. Disparé
de cerca y me salpicó el delantal y la camisa.
(...)
En fin, era su vida o la mía...¿La
chica? ¡qué sabía yo! Podría
tener un arma escondida entre las ropas, esas golfas
lo hacen... nada, a ella fue a la cabeza. Es más
seguro, usted lo sabe, que es un defensor del orden.
Pues no, no señor. No supe que el revolver
era de juguete, ni que tenían doce años.
A mi me parecieron de la edad de mi Arturo, ya se
lo he dicho. Me parecieron como de veinte años.
Y no jugaban. No era un juego. Le miré a
los ojos y supe que querían matarme. Por
eso los maté yo. A los dos, sí señor"
(Juan Madrid, "La Mirada").
Secuencia de actividades a partir
del relato "La mirada"
1) Como introducción
a la lectura del relato, el profesor puede explicar
brevemente cuales son los principales sesgos y distorsiones
que se producen en situaciones estresantes.
2) Lectura
del cuento.
3) Análisis
de los prejuicios y distorsiones que se reflejan en
el relato y de sus alternativas no distorsionadas.
4) Elaboración
de un relato de similares características (en
forma de respuestas a un interrogatorio) en el cual
el narrador describa lo que ha sucedido desde otra perspectiva
(la chica o el chico del relato, el hijo del protagonista,
la mujer, el policía).
5) Elaboración
de un reportaje sobre los hechos en el que se entrevista
a diversas personas, tratando de incluir perspectivas
diferentes.
6) Después
de que los alumnos han realizado algunas de estas actividades
de forma individual o por subgrupos puede procederse
a su puesta en común y a su dramatización.
Sesgos y distorsiones grupales
Distorsiones
similares a las anteriormente expuestas pueden ser observadas
en las formas más graves de intolerancia y fanatismo
entre jóvenes y adultos (Adorno et al., 1950;
Allport, 1954; Glock et al., 1975). Y son a veces activadas
por determinados grupos, cuando estos perciben a otros
grupos o a la sociedad en general como una amenaza.
Y es que la intolerancia implica casi siempre una simplificación
de la realidad, que llega al extremo cuando el mundo
social se reduce a dos categorías, sin matices
ni posiciones intermedias: buenos y malos, amigos y
enemigos, los que pertenecen al propio grupo y los que
no pertenecen a él, perfección absoluta
e imperfección total. La calidad psicológica
de las personas que perciben el mundo en dos categorías
suele ser muy reducida, puesto que cuando lo que les
rodea no parece perfecto (como sucede con frecuencia)
lo ven de forma muy pesimista, como totalmente inaceptable.
Conviene
tener en cuenta también que sin llegar al extremo
descrito en el párrafo anterior, otros grupos
puede compartir distorsiones cognitivas que obstaculizan
la solución de los conflictos mediante procedimientos
constructivos y aumentan el riesgo de recurrir a la
violencia. Este pensamiento grupal distorsionado suele
producirse en situaciones de conflicto entre grupos,
sobre todo cuando se percibe que la consecución
de los propios intereses es irreconciliable con el logro
de los intereses por parte del otro grupo (condición
que caracteriza a las relaciones competitivas). Entre
las distorsiones que pueden producirse destacan: a)
los estereotipos, sobrevalorando al propio grupo e infravalorando
al otro grupo, tanto desde el punto de vista de la competencia
como desde un punto de vista moral; b) la inhibición
de la autocrítica, exigiendo unanimidad e impidiendo
a los miembros del propio grupo que disientan; c) problemas
en la toma de decisiones, al: examinar de forma incompleta
los objetivos y las alternativas, no buscar suficiente
información, no interpretar adecuadamente la
información disponible, no anticipar los obstáculos
que pueden producirse e ignorar los riesgos que implica
la decisión elegida. Para superar dichas dificultades
conviene estimular la adopción de la perspectiva
del otro grupo así como pedir a un miembro del
propio grupo que desempeñe el papel de abogado
del diablo, anticipando las dificultades y obstáculos
que pueden aparecer.
|