4.5. MEDIACIÓN Y NEGOCIACIÓN
Mediación
Uno de los
recursos que más se está desarrollando
en los programas de prevención de la violencia
escolar es la mediación. Recurso que suele utilizarse
cuando existen muchas dificultades para que las personas
implicadas en un conflicto puedan resolverlo directamente.
La mediación como una negociación
asistida
El mediador
no resuelve el problema, sino que ayuda a que las partes
en conflicto lo hagan, al: facilitar la comunicación,
formular sugerencias y eliminar los diversos obstáculos
que pueden existir para la negociación directa.
La decisión final siempre debe ser adoptada por
las partes en conflicto. Por eso, la mediación
suele ser considerada como una negociación asistida.
El mediador puede ayudar
a facilitar una comunicación constructiva al
favorecer los cuatro componentes del proceso negociador
que se describen más adelante, pero su papel
es especialmente importante para:
1) Sustituir
una orientación de confrontación por una
orientación cooperadora, en la que las distintas
partes se dediquen a resolver el conflicto buscando
el beneficio mutuo ("yo gano, tu ganas") en
lugar de tratar de perjudicarse.
2) Ayudar
a identificar los propios objetivos y buscar soluciones
que los hagan compatibles con los objetivos de la otra
parte.
3) Favorecer
que cada parte comprenda los intereses legítimos
de la otra parte y se comprometa con soluciones de beneficio
mutuo.
Selección y formación
de los mediadores
Los programas
de mediación que se han desarrollado en contextos
escolares se inician con la selección y formación
de las personas (alumnos/as y profesores/as) que van
a actuar como mediadores. Lo más frecuente es
que el mediador que actúa en estos programas
lo haga como voluntario. La formación de estos
mediadores suele realizarse en cadena. Un experto en
mediación suele iniciar el proceso, entrenando
en procedimientos de mediación, a algunos profesores
y alumnos, que a su vez , pasarán a ser formadores
de otros profesores y alumnos. Además de la diferencia
de experiencia y formación inicial, cuando el
entrenamiento se lleva a cabo entre alumnos, el que
enseña suele ser de mayor edad que el que aprende.
Lo más
frecuente en los programas escolares de mediación
es contar para ellos con alumnos voluntarios que trabajan
en uno de los contextos siguientes: 1) apoyando a niños,
generalmente de menor edad, que se encuentran en situación
de vulnerabilidad (por haber llegado nuevos, por ejemplo);
2) como voluntarios disponibles y reconocidos para mediar
en conflictos en determinadas situaciones (generalmente
en aquellas, como el recreo o el comedor, en las que
se reduce el control ejercido por los profesores); 3)
como miembros de un equipo de mediación, situado
en un espacio específico, al que los otros alumnos
pueden acudir cuando sea necesario.
La identidad
del mediador suele variar en función de la identidad
de las distintas partes en conflicto. Por ejemplo:
- En los conflictos que se producen entre
alumnos, el mediador suele ser otro alumno, generalmente
de mayor edad. Excepto cuando se trata de problemas
muy graves, en los que el mediador suele ser un profesor.
- En los conflictos entre profesores,
el mediador suele ser un profesor o un experto en
mediación que no pertenece al grupo en el que
se produce dicho conflicto.
- En los conflictos entre profesores y
alumnos, suelen participar otros profesores y otros
alumnos no implicados en el problema.
Fases del proceso mediador
El proceso
de la mediación implica las siguientes fases:
1) Presentación
y aceptación del mediador. El mediador debe
comprobar que es aceptado en dicho papel por todas las
partes implicadas en el conflicto.
2) Recogida de información
sobre el conflicto y sobre las personas implicadas en
él, a través de conversaciones, por
separado, con todas las partes afectadas. Antes de pasar
a la fase siguiente, el mediador debe haber identificado
los aspectos fundamentales del conflicto desde las distintas
perspectivas; en función de lo cual diseña
una estrategia sobre las fases siguientes.
3)Elaboración
de un "contrato" (o texto de acuerdo)
sobre las reglas y condiciones del proceso de mediación.
En el que se especifiquen: 1) las características
del papel del mediador, qué pueden esperar las
distintas partes de él; 2) una lista con lo que
se puede hacer durante el proceso (como escuchar, expresar
opiniones, respetar los turnos...) y lo que no se puede
hacer (interrumpir, agredir, amenazar....); 3) y el
procedimiento a seguir (dónde, cómo y
cuándo se llevará a cabo).
4) Reuniones
conjuntas con todas las partes implicadas. Estas
reuniones deben ser cuidadosamente preparadas y no realizarse
hasta que se tienen ciertas garantías de su viabilidad.
En la primera de estas reuniones el mediador debe volver
a explicar las condiciones del proceso de mediación
para que éste pueda ser explícitamente
aceptado (incluso firmado, cuando así convenga)
por las distintas partes; y a continuación pedir
a cada uno que exprese su punto de vista sobre el conflicto
y lo que espera de la mediación, pidiendo a la
otra parte que no interrumpa. El objetivo de las reuniones
conjuntas es favorecer la escucha recíproca (en
presencia del mediador) para facilitar que puedan llegar
a un acuerdo con ganancias mutuas, siguiendo los pasos
del proceso negociador expuesto en el apartado anterior.
Antes de llegar a un acuerdo, a veces puede resultar
necesario volver a realizar reuniones por separado con
cada parte después de haber iniciado las conjuntas.
5) Elaboración
y aprobación del acuerdo. La expresión
final del acuerdo adoptado deberá especificar
de forma realista qué hará cada parte,
cuando y cómo. En este sentido, el papel del
mediador es ayudar a encontrar dicho acuerdo, especificarlo
de forma realista, comprobar que todas las partes lo
entienden de la misma forma y que están satisfechas
con él (aunque probablemente no estén
igual de satisfechas).
Negociación
Con el término
negociación suele hacerse referencia a un proceso
a través del cual dos o más partes intentan
resolver un conflicto de intereses o de derechos entre
ellas modificando sus demandas iniciales de modo que
al final se llegue a un resultado relativamente aceptable
para todos.
Principios de la negociación
integradora
Para favorecer
un proceso negociador conviene seguir principios integradores,
para los cuales, según el modelo de Harvard elaborado
por Fisher y Ury, (1980), para situaciones complejas
entre adultos, es preciso intentar las siguientes recomendaciones:
1) Centrar
la negociación en los intereses (considerando
de forma conjunta tanto los propios intereses como los
intereses de la otra parte) y no en las posiciones,
para favorecer la búsqueda conjunta de la mejor
solución para todas las partes implicadas. Uno
de los errores que con más frecuencia se comete,
en este sentido, es plantear desde un principio una
determinada propuesta, creyendo que es la mejor forma
de defender los propios intereses y defenderla sin modificaciones
hasta el final. Esto dificulta la negociación
porque las personas se identifican con dichas propuestas
y cualquier cambio suele percibirse como una derrota.
2) Separar
a las personas del problema. La tensión originada
por el conflicto suele dificultar considerablemente
la comunicación entre las distintas partes, contribuyendo
así a producir, además del conflicto inicial,
entre intereses o derechos por ejemplo, un conflicto
interpersonal (desconfianza, rivalidad...) que obstaculiza
su resolución. Para evitarlo es muy importante
no mezclar ambas cosas y ser muy cuidadoso con el estilo
de comunicación: 1) expresando los propios intereses
de forma que parezcan legítimos para la otra
parte; 2) manifestando que se comprenden cuales son
los intereses de la otra parte y que se desea resolver
el problema teniéndolos en cuenta; 3) no criticar
a la otra parte para evitar que ésta tenga que
defenderse y puede dedicar toda su atención a
la búsqueda de soluciones aceptables para todos.
3) Generar
alternativas para beneficio mutuo. Hay que evitar
pensar en la existencia de una solución determinada
y no caer en la rivalidad con la otra parte, no pensar
que cualquier mejora en el respeto a nuestros intereses
exige una pérdida para los de la otra parte.
Para generar alternativas eficaces conviene: 1) identificar
intereses compartidos; 2) mezclar los intereses de las
distintas partes para ver si se complementan; 3) presentar
varias alternativas que puedan ser válidas para
nosotros y preguntar a la otra parte cuál de
dichas alternativas prefiere; 4) y facilitar la decisión
de la otra parte (buscar precedentes, resaltar su legitimidad..).
4) Insistir
en criterios objetivos. Es importante negociar en
base a algo que está más allá de
las voluntad de cada parte, en base a criterios como
la justicia, el mantenimiento de la relación,
los intereses de toda la comunidad, la viabilidad de
las soluciones, etc.
La divulgación
del modelo anteriormente expuesto y su aplicación
a contextos escolares suele conocerse como negociación
"yo gano, tu ganas", y para su puesta en práctica
los negociadores pueden seguir las siguientes fases
(Fisher y Ury, 1990):
1) Identificar
necesidades e intereses: expresando lo que se quiere
y por qué de la forma más específica
posible.
2) Escuchar
con cuidado lo que el otro quiere y cuáles son
sus intereses; y si no se entiende algo pedirle que
lo especifique.
3) Tormenta
de ideas sobre las posibles soluciones, pensando
en todas las posibilidades de resolución del
conflicto, sin criticarlas por el momento, sin decidir
todavía si son buenas o malas.
4) Elegir
la mejor solución, considerando cada idea en
función de las ganancias conjuntas.
5) Elaborar
un plan de acción en el que se decida exactamente
quien hará qué y cuando.
Criterios objetivos para valorar la solución
de un conflicto
Para valorar
los resultados obtenidos en conflictos sociales a través
de diversos procedimientos conviene tener en cuenta
una serie de criterios objetivos ; entre los que cabe
destacar los siguientes:
1) Justicia.
Para considerar si las soluciones son justas suelen
tenerse en cuenta: la globalidad de los resultados obtenidos
y su relación con el respeto a las diversas partes
implicadas, pero especialmente a la parte que queda
peor; y el respeto a los intereses de la comunidad.
2) Compromiso
con el acuerdo adoptado. Cuando todas las partes
han participado en el proceso de resolución del
conflicto suelen comprometerse más con la solución
que cuando no ha sido así; cuando todos han participado
el compromiso con la solución adoptada en mayor
y esta resulta más aceptada y duradera.
3) Incidencia
en las relaciones personales. Para que el conflicto
no dañe las relaciones conviene plantearlo como
un problema compartido por las distintas partes implicadas,
que deben cooperar (en lugar de enfrentarse) para tratar
de encontrar una solución que permita respetar
al máximo los intereses de cada una.
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