5.1. LA AUTORIDAD DEL PROFESORADO
Hacia una nueva forma de ejercer
el poder y la autoridad
Para comprender
cómo puede el profesorado resolver los problemas
de pérdida de autoridad mencionados con frecuencia
en los últimos años, y la eficacia que
en este sentido pueden tener los procedimientos propuestos
en esta página web, y especialmente el aprendizaje
cooperativo que se describe en los apartados 1.5
y 1.6, conviene tener en cuenta
cómo afectan a su forma de ejercer el poder;
entendiendo por poder la influencia potencial de una
persona para cambiar la conducta de otra; y que según
la clasificación propuesta por French y Raven
(1959), permite distinguir cinco tipos:
1) El
poder coercitivo se basa en la percepción
de la figura del profesor como mediador de castigos.
Su fuerza depende de la magnitud de los castigos y de
la probabilidad subjetiva (percibida por cada alumno/a)
de evitar el castigo comportándose de la forma
requerida; es decir, la probabilidad de ser castigado
si se conforma menos la probabilidad de ser castigado
si no se conforma. Los cambios producidos por el poder
coercitivo del profesorado son más dependientes
de su presencia física que los cambios producidos
por cualquier otro tipo de poder. Por otra parte, si
el profesor ejerce su influencia de forma coercitiva
disminuye la atracción de los alumnos hacia él
y éstos tenderán a evitarle. El frecuente
incremento de los problemas de indisciplina observado
en los últimos años, especialmente en
la educación secundaria, refleja que el poder
coercitivo del profesorado ha disminuido sensiblemente.
Las superiores oportunidades que las diversas innovaciones
educativas que en esta página web se proponen
(aprendizaje cooperativo, discusión entre compañeros,
resolución de conflictos y democracia participativa)
suponen de utilizar los otros tipos de poder puede ayudar
a resolver dichos problemas.
2) El
poder de recompensa se basa en la percepción
del profesorado como mediador de recompensas. Su fuerza
depende de la magnitud de las recompensas y de la probabilidad
subjetiva (percibida por cada alumno/a) de ser recompensado
si cambia frente a la probabilidad de ser recompensado
si no cambia. Su eficacia depende de la presencia física
del profesor y se reduce a las conductas que pueden
ser premiadas. Su utilización puede hacer aumentar
la atracción del profesor (y de esta forma el
poder de identificación) siempre que las recompensas
sean percibidas por el alumnado como legítimas.
Por otra parte, si el profesor promete premios que luego
no puede proporcionar, por requerir por ejemplo conductas
de gran dificultad, disminuye con ello su poder de recompensa.
El incremento de las oportunidades de obtener éxito
y reconocimiento que el aprendizaje cooperativo supone
en determinadas condiciones, hace que también
aumente el poder de recompensa del profesor, especialmente
con los alumnos y alumnas que con otros procedimientos
suelen tener poco éxito.
3) El
poder legítimo se basa en la percepción
del alumnado de que el profesorado tiene derecho a influir
sobre él. Supone la aceptación de un determinado
código o conjunto de normas según el cual
el profesor tiene derecho a influir sobre los alumnos,
y éstos el deber de aceptar dicha influencia.
La amplitud del poder legítimo, los tipos de
conducta sobre los que puede ejercer su influencia,
suele estar prescrita de forma muy específica.
El uso indebido del poder por el profesor, por ejemplo
intentando cambiar una conducta del alumno sobre la
que no se le reconoce el derecho a influir o empleando
un procedimiento inaceptable, hace disminuir su poder
legítimo y la atracción de los alumnos
hacia él. Con lo cual disminuye también
su poder referente. Aunque el cambio conductual originado
por el poder legítimo depende, en principio,
de la presencia del profesor, al activar valores aceptados
por el alumno puede volverse fácilmente independiente
y mantenerse sin intervención alguna de aquél.
Las innovaciones educativas que en esta página
web se presentan pueden incrementar el poder legítimo
del profesor siempre que las razones educativas de la
innovación, y los criterios de su aplicación,
sean suficientemente comprendidos, incluso consensuados
con el alumnado, y que los considere justos.
4) El
poder de experto se basa en la percepción
del profesor por el alumno como poseedor de un conocimiento
especial en una materia determinada. El poder de experto
de una persona suele tener una amplitud muy reducida,
limitándose al ámbito cognitivo y a parcelas
específicas; ya que es difícil que una
persona sea considerada experta en un área muy
amplia del conocimiento. Si el profesor intenta ejercer
este tipo de poder más allá del campo
en el que se le reconoce suele disminuir la confianza
del alumno en él y de esta forma su eficacia
para ejercerlo con posterioridad. El cambio cognitivo
del alumno producido por el poder de experto del profesor
no depende de que aquél sea observado por éste;
y puede ser enseguida independiente de la presencia
del profesor. Los cambios de los últimos años
en el acceso a la información han disminuido
el poder de experto del profesor, especialmente en la
educación secundaria y más allá
de la materia específica que imparte. También
en este caso, las innovaciones educativas que aquí
se presentan ayudan a redefinir el papel docente, puesto
que cuando el profesor trata de compartir con los alumnos
su poder de experto (como en las actividades descritas
en los apartados 3.3, 3.5,
y 3.6) él mismo suele incrementarlo.
5) El
poder referente se basa en la identificación
del/a alumno/a con el/la profesor/a. Cuanto mayor sea
la atracción del alumno hacia el profesor mayor
será dicho poder. El cambio de conducta del alumno
producido por el poder referente puede ser enseguida
independiente de la presencia del profesor. Y a través
de él puede influir en una gran variedad de conductas
del alumno. Las innovaciones educativas que aquí
se presentan, en las que se aproximan los papeles del
profesorado y el alumnado, suelen incrementar de forma
muy significativa el poder referente de aquél;
aumentando así su eficacia para educar en valores
y disminuyendo la necesidad de sancionar, con las consecuencias
positivas que de ello se derivan para la calidad de
la vida en el aula, tanto para el profesorado como para
el alumnado. |