6.1. EL VÍNCULO SOCIAL: AUTORREGULACIÓN,
MODELOS BÁSICOS Y CONFIANZA
A partir
de las relaciones que el niño establece desde
el comienzo de su vida con los adultos más significativos
para él (su madre y su padre, generalmente),
construye los modelos en los que incluye tanto lo que
se puede esperar de los demás como de uno mismo;
modelos que desempeñan un decisivo papel en la
regulación de su conducta y en su forma de responder
al estrés. Cuando el adulto responde con sensibilidad
y consistencia a las demandas de atención del
niño, le ayuda a desarrollar la confianza básica
en su propia capacidad para influir en los demás
con éxito e información adecuada sobre
cómo conseguirlo. Como consecuencia de esta interacción,
el niño desarrolla un modelo de la figura de
apego (del adulto que le da seguridad) como alguien
disponible que le protege y le ayuda, en el que puede
confiar. Y se conceptualiza a sí mismo, de forma
complementaria, como una persona valiosa y digna de
ser amada. De esta forma, la seguridad proporcionada
en la relación de apego permite al niño
desarrollar expectativas positivas de sí mismo
y de los demás, que le ayudan a: aproximarse
al mundo con confianza, afrontar las dificultades con
eficacia, obtener la ayuda de los demás o proporcionársela
(Bowlby, 1992; Crittenden, 1992). En algunos casos,
sin embargo, el niño aprende que no puede esperar
cuidado ni protección, desarrolla una visión
negativa del mundo y se acostumbra a responder a él
con retraimiento y violencia. Tendencias que reducen
considerablemente su capacidad de adaptación
a la adversidad, ante la que aprende a comportarse de
tal manera que genera más adversidad. Problemas
que suelen ir en aumento al obstaculizar el resto de
las relaciones que el niño establece.
Aunque a
medida que pasa el tiempo, el niño va haciéndose
más independiente de los adultos encargados de
proporcionarle seguridad, la capacidad para adaptarse
a situaciones nuevas o superar tensiones emocionales
sigue estando siempre estrechamente relacionada con
la seguridad y el apoyo que proporcionan las relaciones
afectivas básicas.
Qué hacer para superar los
problemas originados por modelos negativos
Para favorecer
el desarrollo de modelos internos positivos en los niños
o adolescentes que los desarrollaron inicialmente de
carácter negativo es preciso proporcionarles
experiencias de interacción con adultos que tengan
una adecuada disponibilidad psicológica, con
los cuales puedan establecer vínculos sociales
seguros y aprender a través de ellos: 1) a confiar
en sí mismos y en los demás; 2) a predecir,
interpretar y expresar sus emociones; 3) así
como a estructurar de forma consistente su comportamiento
en relación al comportamiento de los demás.
El comportamiento
disruptivo que a veces manifiestan en la escuela algunos
alumnos puede deberse, por lo menos en parte, a que
quienes los utilizan no han aprendido a estructurar
de forma coherente su conducta en relación a
la conducta de otras personas, deficiencia que les lleva
a intentar, por ejemplo, pedir afecto y atención
con conductas agresivas, con lo que consiguen precisamente
lo contrario de lo que pretenden. En estos casos, es
muy importante enseñarles qué es lo que
realmente están expresando con su conducta, qué
consecuencias tiene en los demás, qué
límites es necesario respetar, y cómo
modificar su conducta si quieren que ésta tenga
otras consecuencias. Para enseñar todo este proceso
a veces conviene establecer (incluso en forma escrita)
un contrato con el niño o adolescente en el que
se especifique qué condiciones deberá
cumplir para lograr determinadas consecuencias en los
demás, qué límites existen en las
relaciones y qué deberá hacer si no los
respeta para reparar o compensar el daño originado.
Cuando el
deterioro en estos modelos básicos es extremo,
originado por problemas muy graves como el maltrato
familiar, es muy importante proporcionar al niño
o adolescente maltratado un contexto protegido (como
el que puede establecerse a través de la terapia
con un psicólogo), en el que pueda expresar sus
problemas sin miedo ni ansiedad y obtener la ayuda necesaria
para conceptualizar adecuadamente dichas experiencias,
superando los fuertes sentimientos de culpabilidad e
infravaloración que con frecuencia originan. |