DESARROLLANDO LAS HABILIDADES VITALES
BÁSICAS
Los problemas
de violencia y exclusión de los niños
y adolescentes pueden tener su origen en un desarrollo
inadecuado de tareas y habilidades básicas en
etapas anteriores. Cuando así es, conviene detectar
qué habilidades están mal aprendidas para
proporcionar experiencias que ayuden a su adquisición.
En este sentido, cabe destacar, por su influencia en
la prevención de la violencia, las cuatro tareas
siguientes: 1) el establecimiento de los vínculos
de apego desde la primera infancia, a partir de los
cuales se desarrollan los primeros modelos de la relaciones
sociales, la seguridad básica y la forma de responder
al estrés; 2) la capacidad para estructurar la
conducta hacia los propios objetivos y esforzarse por
conseguirlos, tarea que se hace crítica de los
dos a los seis años, y partir de la cual se desarrolla
la capacidad para relacionarse con nuevos adultos y
adaptarse a tareas de forma independiente; 3) el desarrollo
de las habilidades sociales más sofisticadas,
como la colaboración y la negociación,
a partir de las relaciones con iguales desde los seis
años; 4) y la construcción de una identidad
diferenciada y positiva en la adolescencia.
Como reconoce
la actual psicopatología evolutiva, las habilidades
que resultan de una adecuada solución de las
tareas evolutivas críticas hacen a la persona
menos vulnerable a las situaciones de riesgo psicosocial
en general; pudiéndose considerar, por tanto,
como condiciones evolutivas protectoras. Por el contrario,
las deficiencias resultantes de una inadecuada solución
de las tareas críticas aumentan la vulnerabilidad
de la persona, pudiéndose considerar, por tanto,
como una condición de riesgo.
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